lunes, 26 de abril de 2010

Los cafés más emblemáticos de Italia

(Paréntesis)
Esto no es exactamente un "taglio"... pero sí es Italia. Esto es una práctica del máster de ABC... A raíz de una noticia que durante mi Erasmus publiqué en Soitu, elaboro el siguiente mapa:


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VENECIA (ITALIA).- Si llegas a una cafetería y pides después de comer un 'cappuccino', aunque lo digas con el más perfecto acento italiano, sabrán inmediatamente que eres español. El capuccino, indudablemente, en ningún sitio como en Italia, pero en la 'colazione' (desayuno), te dirá rápidamente un nativo del país. Después de comer, un italiano se beberá, de un sorbo, un 'espresso' bien caliente.

La afición al café en Italia es indiscutible y la espuma de sus capuchinos, inmejorable. Si la cultura de la comida lo abarca todo a base de 'pizza, pasta e gelato', la del café no se queda atrás. La prueba más evidente es la cantidad de cafés emblemáticos que se reparten por todo el país. Como expresó Antoni Martí Monterde en su libro Poética del Café, estos lugares han sido, a lo largo de la historia, focos de la cultura y la vida social de una ciudad, espacios "de la modernidad literaria europea". Por ello, el viajero que quiera adentrarse en la cultura pasada y presente de Italia podrá hacerlo de norte a sur a base de capuchinos.

Sin duda, uno de los más emblemáticos es el Caffè Florian de Venecia (Piazza San Marco, 56/59). Fundado en 1720, era el lugar predilecto de figuras tan reconocidas como Casanova, Lord Byron, Proust, Dickens, Goethe, Rousseau, Modigliani o Henry James. Si es cierto que la economía tiembla con el precio de sus cafés, acercarse hasta el lugar es toda una experiencia evocadora.

En el otro lado del país, en la marítima Génova, el Caffè degli Specchi (Via Salita Pollaiuoli, 43), decorado con azulejos al estilo art decó, recuerda cuando en los años 20 servía de lugar de encuentro para los literatos de la época. A pocos kilómetros al norte, Turín aún conserva su mítico Caffè Torino (Piazza San Carlo, 204), abierto desde 1903 y con impresionantes lámparas de araña. Aunque, en esta ciudad, Nietzsche se decantaba por el Caffè Elena (Piazza Vittorio Veneto, 5).

Descendiendo por el país, se llega a la dantesca Toscana. Si desde La Terraza (Piazza della Repubblica, 1), Café de Florencia situado en los almacenes Rinascente, se contemplan las impresionantes vistas de la ciudad; desde el histórico y literario Caffè Giubbe Rosse (Piazza della Repubblica 13/14), uno ve aún los fantasmas de antiguos asiduos como Giovanni Papini, Giuseppe Prezzolini, Eugenio Montale o Mario Luzi.

En el corazón de Umbria, el centro histórico de Perugia acoge el café más lujoso, y caro, de la ciudad, llamado Caffè di Perugia (Via Manzini, 10), que dispone también de restaurante y enoteca. En el corazón del país, Roma, los cafés son tan eternos como la ciudad. Uno de los más aclamados es el Caffè Greco (Via dei Condotti, 86), donde con la llegada del buen tiempo, se puede cambiar el caliente 'espresso' por una fría 'granita di caffè'. Shelley, Keats, Turner, Gogol o el pintor ruso Aleksandr Ivanov son algunas de las figuras que se paseaban por el lugar, que, situado en las proximidades de la famosa Piazza di Spagna, permanece abierto desde 1760. Otros dos míticos de la capital son el Caffè Tazza d´oro (Via degli Orfani, 84), que presumen de hacer (así, en un cartel luminoso en español) "el mejor café del mundo"; y el Caffè Giolitti (Via Uffici del Vicario, 40), nacido en 1930, y donde destaca el 'frappuccino'.

Al sur del país, Nápoles presume del Intra Moemia (Piazza Bellini, 70), el café literario que más atraía a la bohemia de la zona. Las islas no se quedan ajenas al aroma del café. Sicilia degusta su café más famoso en Palermo, donde desde 1860 está abierto el Antico Caffè Spinnato (Via Principe di Belmonte, 107-15). Por su parte, Cerdeña tiene en la ciudad de Cagliari, el Antico Caffè (Piazza Costituzione), un elegante Café de 1855, por el que pasaron escritores como D.H. Lawrence. De norte a sur, disfrutar de un buen 'cappuccino' es, no sólo un auténtico placer, sino un agradable viaje por la historia y la literatura.